
Hay amores que se fueron apenas al llegar,
otros perduraron como las estaciones;
y los menos, los más recónditos,
se quedaron trabados en los corazones.
Esos amores ocultos tras la cortina de lo permitido,
reservados a esporádicas noches encendidas,
son más que vívidos recuerdos del pasado,
y me sorprenden mientras pasa la vida.
Esos amores reservados, escondidos,
se fueron metiendo entre mi piel y mi poesía.
siguen latentes, con sus propios entresijos,
intensos como el invierno o la sequía.
Hay amores que nunca mueren,
como el tuyo, o como el mío.
Al pasar los años no envejecen:
se hacen caudalosos como los ríos.
Ese amor tan de los dos,
que recorrió montañas y praderas,
es perenne, intenso, inimaginable,
adherido a nuestras penas e ilusiones.
otros perduraron como las estaciones;
y los menos, los más recónditos,
se quedaron trabados en los corazones.
Esos amores ocultos tras la cortina de lo permitido,
reservados a esporádicas noches encendidas,
son más que vívidos recuerdos del pasado,
y me sorprenden mientras pasa la vida.
Esos amores reservados, escondidos,
se fueron metiendo entre mi piel y mi poesía.
siguen latentes, con sus propios entresijos,
intensos como el invierno o la sequía.
Hay amores que nunca mueren,
como el tuyo, o como el mío.
Al pasar los años no envejecen:
se hacen caudalosos como los ríos.
Ese amor tan de los dos,
que recorrió montañas y praderas,
es perenne, intenso, inimaginable,
adherido a nuestras penas e ilusiones.
© Apolo
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